Llega el tramo final de nuestras aventuras en el Sónar. Es sábado y Gregorio ha cerrado porque estuvo en el Sónar Night hasta muy tarde, así que me pido su plato estrella en un restaurante de toda la vida regentado por chinos. Le digo al chino que quiero patatas, salchichas, huevos y bacon. El chino balbucea "¿Seguro?" en perfecto español. Le pongo cara de que no temo nada. La calidad lógicamente no es comparable, pero tendrá que valer.
Llegamos al SónarVillage SónarPleb donde está Kid Koala, al que mryom define como "enano sudoroso que revivió a los muertos". Era un enano chicano en un traje de Koala. Estábamos a 40ºC. Está claro que ese traje no podía oler bien. Kid Koala era feliz y nos ponía las canciones favoritas de su hija y su mujer, mezcalaba con sus vinilos, tenía cabareteras rondándole, lanzaba aviones de papel al público... pero no os sorprendáis, lo que es sorprendente es el número de hipstahs que van con sus hijos al Sónar.
Prácticamente todo el mundo ha dejado de tomar notas, así que narro desde mi nula memoria que trata de olvidar la existencia en general.
La camiseta de moda masculina no incluye sólo el mal gusto de una camiseta normal de tirantes; el hueco del sobaco se prolonga prácticamente hasta la cintura para que disfrutemos del trayecto que hacen las gotitas de sudor desde el pelo de las axilas hasta perderse en el cinturón. Yo las miraba, embobado, como viendo a las tortugas recién nacidas que corren hacia el mar. Me fui a Audion yo solo a ver qué pasaba y logré convocar al resto porque no estaba mal, aunque mryom lo calificará de "After Party Ibitza".
Llegamos a Massive Attack en el Sónar Night muy tarde porque estuvimos debatiendo sobre lo humano y lo divino con un taxista al que casi matamos porque se creía por encima de la ley y decía que podía cobrar lo que quisiera y hablaba de oferta y demanda y tal. Estaba picado porque su novia estaba en el Sónar; seguramente se refrotó con krlss en algún momento. Mi crítica a Massive Attack dice "Momento Pandereta y Momento Pandero" porque la negra que cantaba tenía un pandero descomunal y sacaron una pandereta. En serio que cuando las cámaras grababan a la tipa de perfil el realizador tenía que abrir plano para captar la magnificencia de la Paz Mundial.
En Massive Attack comprendí una de las grandes verdades del Sónar: la calidad del sonido es inimaginable, tanto en espacios abiertos Pleb como en auditorios Patrician. La música en vivo tiene hasta sentido y no puede rivalizar con tanta facilidad como habitualmente como quedarse en casa con una playlist de Youtube bebiendo vodka. Todo suena genial en el Sónar. Excepto Massive Attack, esos suenan mal. Se dedicaron a lanzar mensajes desde sus pantallas led que definían una ideología política muy extendida que viene a ser algo así como que "lo que los negros necesitan es tener Internet en su choza hecha con mierda de cabra y todo nos irá mejor". Google acabará con el conflicto Israel-Palestina. Apple traerá una nueva visión para el mundo moderno mientras desayunas en un entorno muy blanco leyendo un periódico alternativo en tu iPad. Ya...
A pesar de que llegamos muy tarde a uno de los pocos grupos massivamente famosos del Sónar, nos fuimos antes de que terminara. Que os jodan, Massive Attack. Nos quedaremos con el recuerdo.
En algún momento del Sónar, un tiparraco se me acercó y me preguntó: "¿Quieres follar?". Yo creo que fue en Gesaffelstein, porque tengo el recuerdo de llevar las gafas de sol puestas. Aunque en realidad eso no dice nada.
Tres pulseras: Sónar Máster Race.
El caso es que miré al tipo de arriba a abajo, pensé que era cierto lo de que en el Sónar se liga, pensé si ya había llegado el momento de dar el salto. Creo que reflexioné en exceso y me quedé sin conocer las mieles de la homosensualidad por ello, ya que el tipo al rato dijo, echándose atrás en su propuesta, "porque esto está lleno de guarras" (señalando a chari y mryom). Yo le grité "soooooon mis amiiiiiigas y en el Sónar pasábamos las..."
dios, creo que es momento cerrar este tema para siempre o esperar como poco al año que viene.
Decido cerrar con todo este arte del amigo krlss que pensaba incluir en una edición especial impresa del Sónar con botoncitos desde lo que saliera la música de los artistas en calidad MIDI. Mola mucho porque no se entiende una puta mierda y entonces es como la crítica que todavía no se ha inventado. Más o menos creo que la cosa es que Koreless es el Boards of Canada de los pobres y que Ben Frost es el mainstream del futuro (y mala persona... pero está muy bien).